jueves, 11 de abril de 2019

Musa Artrítica

No fluyeron las palabras de la pluma, tenían pavor. Terror de no ser suficiente. Parálisis creativa. El intermediario frizó toda fuente de invensión. La musa artrítica se negaba a moverse...aterrorizada ante la promesa de inadecuación. Sólo ha bastado un lápiz...un lápiz, una hoja mojada, arrugada...y una leyenda para entender que no hacia falta nada. La búsqueda de lo perdido no dejaba a la letra florecer...ya estaba bueno de duelo. Si el pasado fue bueno, lo que acontece sólo puede ser mejor. Imposible no serlo. Todo este proceso de aprendizaje sólo me reafirma que hasta la escritura hay que ejercitarla, y que el proceso artesanal hace eco en todas las facetas de mi vida. Me alfabetizo por segunda vez. Es hora de que renazcas tal cual fénix. Elévate y sé libre.

...Y exhala....

No sabía que habia estado aguantando la respiración, pero ahora que mi pecho se siente más ligero me percato. He estado viviendo en un limbo...un desasociego...ha sido toda una escuela. La ley del desapego.

Todos vivimos ante la sombra de la muerte. Todo lo que nace debe morir. Pero ese conocimiento tácito lo ocultamos en el fondo de nuestra conciencia y vivimos la vida como que somos eternos.

Y un día algo nos recuerda nuestra mortalidad, lo aleatoria que es la hora de partida y que estamos aqui con tiempo prestado...y entonces nos ahogamos en el terror.

Pánico, alarma, desesperación y desesperanza...pero la muerte siempre está presente, en cada comida, en cada respiro, algo, alguien muere. Aguantamos la respiración con la esperanza de detener el tiempo. Pero el tiempo no para. Creemos que si nos aferramos más fuerte a la vida quizas no se nos escape entre los dedos...pero la vida sigue fluyendo.

Aprendemos dolorosamente que negarlo no hará que no pase, ni que duela un poco menos cuando lo haga. Entonces aprendemos que no somos víctima de un universo cruel, somos parte intrínseca de él, que nadie nos castiga, que las cosas sólo son. Que tratar de entender todo no nos dará paz. Descubrimos que en la incertidumbre es que habita el remanso. Y que entristecerse y aceptarlo no son sentimientos contrarios...entonces, por primera vez, respiramos con calma y atesoramos cada segundo, por que no son nuestros, son arrendados.

Reincidente

El dolor repetido no duele menos por ser conocido. Duele igual. He ahí el gran secreto, No te haces más fuerte al dolor, te haces immune.