Por que nuestro caminar por la vida no es en línea recta, sino que respetando el mismo ciclo planetario al cual estamos encadenados y del cual no nos podemos escapar, nuestro avanzar por la vida es en ciclos repetitivos, pero tal cual espiral, así que quizás no se avance rápidamente, pero jamás estamos en el mismo punto dos veces...en fin, una foto luego de tanto tiempo.
Una llovizna tenue empapa sutilmente la grama. Una brisa cálida me acaricia el rostro con su toque cargado de recuerdo y añoranza. La rotura de constructo mental de mi mundo me ha quebrado en mil pedazos y sin embargo, respiro sin carga. No me pesan los suspiros, no me atemoriza el horizonte. Nada importa, no con dejo de nihilismo, sino con un atisbo de aventura. No hay razones profundas para el accionar de la vida, más allá que vivirla. Y la aprehensión de este descubrimiento, tantas veces recitado como cántico mantra, es ahora que toca el fondo y levanta el lodo. Ahora es que he podido sentir, por que ni si quiera es entender, como su verdad tinta todos los actos de mi vida y la libera de espectativas. Y es detrás del cristal de este paradigma que hasta el gato, 7 años arisco, hoy me ha dado un beso en mis rizos. Si los gatos rieran...me dieron ganas de besarlo. Hoy no siento que el mundo está sobre mis hombros, hoy no me tortura mi siquis con historias aterradoras. Bajo la luz de una lámpara de mesa le declamo al mundo, que al menos hoy, me siento libre de equivocarme y disfrutar el proceso.
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