Cuando yo te pienso, en el pecho se siente hogar, calido y acojedor, bienvenido. Tu existencia permea mi vida, se escurre en mis pensamientos y le da color a mi existencia. Creo en ocasiones que me ocupo para pensarte menos. Te veo, y te admiro. El ser humano que eres, polifacético, cambiante, creciente, retador. A veces, quiero dejarte ir para escapar del terror de que te vayas. Me siento inmerecedora de tu cariño, asi que constantemente quiero evidenciar su existencia. Y me martillo, por que las horas que comparto contigo a veces las vuelvo agonías, en lugar de disfrutarlas. Lucho tanto con los momentos robados por que no quiero que marquen el token de convivencia del día, y asi, en paradoja, el tiempo que nos toca lo rehuyo en la espera de poder tener más. Siéndote sincera, me forzo a estar sin ti, por si un día me faltas. Pero lo cierto es que amo la calidez de tu cuerpo contra el mío. No quiero ser vulnerable aceptando que te extraño y simplemente viviendo la emoción, por que se escapa de nosotros el estar juntos. Lo que quiero de ti, es a ti, aquí, conmigo. Por que me gustas, por que te admiro, por que te anhelo, por que te amo. Y siempre te espero. Y tu llegada trae consigo la sonrisa que adorna mi rostro, estupida y sonrojada más de 21 años después (lo sigues logrando). Por que yo lo que quiero es que me abraces fuerte contra tu pecho y apoyes tu barbilla sobre mi cabeza (por que asi de enana soy ante ti), que me mires a los ojos y que apruebes mis ocurrencias, que me agarres de la mano y que caminemos sin rumbo pero en la misma dirección.
sábado, 2 de noviembre de 2024
Suscribirse a:
Entradas (Atom)